Tokens inmobiliarios ¿más rentables que el ladrillo tradicional?

Tokens inmobiliarios ¿más rentables que el ladrillo tradicional?

La revolución digital llegó al mercado inmobiliario. Con tickets bajos, liquidez inmediata y rentas dolarizadas, los tokens inmobiliarios desafían al histórico refugio de valor argentino.

Por décadas, comprar ladrillos fue el sueño de ahorro seguro para los argentinos. En un país marcado por la inestabilidad económica, la propiedad ofrecía refugio, renta pasiva y un respaldo tangible que superaba el paso del tiempo. Sin embargo, una nueva tendencia está empezando a disputar ese lugar: la tokenización inmobiliaria.

Se trata de la posibilidad de dividir digitalmente una propiedad en pequeñas fracciones que se comercializan como “tokens” a través de plataformas tecnológicas. Esto permite que cualquier persona, incluso con montos reducidos como US$ 50 o US$ 100 pueda ser dueña de una parte proporcional de un inmueble. Y recibir ingresos periódicos por su alquiler.

La propuesta es competitiva, especialmente si se compara con la inversión tradicional. Hoy, acceder a un departamento en Buenos Aires o Córdoba requiere al menos US$ 50.000. A eso se suman los costos de escrituración, impuestos, gastos comunes y mantenimiento. Además, el proceso de alquiler implica lidiar con contratos, vacancias, reparaciones y eventuales conflictos legales. Y la liquidez, es decir, la posibilidad de recuperar el dinero rápidamente, es limitada. Vender una propiedad puede llevar entre 4 y 12 meses, dependiendo del barrio y el ciclo del mercado.

En contraste, la inversión tokenizada ofrece una alternativa más ágil y liviana. Plataformas como RealT permiten invertir en propiedades ubicadas en mercados más estables, como Estados Unidos o España. Con rendimientos en dólares que rondan entre el 8% y el 12% anual. Las ganancias se depositan mensualmente, muchas veces en criptomonedas estables como USDC. Además, como los tokens inmobiliarios pueden revenderse en plataformas secundarias, la liquidez mejora notablemente.

Sin embargo, esto no significa que el ladrillo quedó obsoleto. La inversión tradicional sigue teniendo valor para quienes buscan seguridad, control y una presencia física sobre su capital. Pero para nuevos perfiles de inversores, los tokens inmobiliarios se están posicionando como una alternativa atractiva, eficiente y alineada con el mundo digital.

Como toda inversión, implica riesgos. La tecnología detrás de la tokenización es joven, las regulaciones aún se están consolidando y la seguridad depende del ecosistema cripto. Pero frente a una economía cambiante y un mercado inmobiliario rígido, la posibilidad de cobrar una renta en dólares desde el celular y sin necesidad de administrar nada, empieza a inclinar la balanza.

Tal vez no se trata de reemplazar al ladrillo, sino de complementarlo. Pero lo que es seguro, es que la propiedad ya no se mide solo en metros cuadrados. También en megabytes.

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