Los barrios nuevos de Buenos Aires: con alma suburbana
Durante muchos años, vivir bien en la ciudad de Buenos Aires significaba estar lo más cerca posible del centro. Así fue como los barrios periféricos pero conservados se fueron cotizando: Retiro, Recoleta, Palermo. En el imaginario urbano, eso quería decir llegar al trabajo en quince minutos, integrar al palo vital de la ciudad. Esa lógica convirtió a los barrios céntricos, desde Recoleta hasta incluso Belgrano, en los más cotizados (y también los más caros) del mapa porteño.
Sin embargo, ese centro “prime” murió, o al menos dejó de ser lo que fue. Y las zonas premium tradicionales siguieron acumulando demanda, aun sabiendo que eso implicaba menos metros cuadrados, más ruido, precios más altos. Hoy, esa ecuación ya empieza a perder vigencia.
El clásico corredor norte, que arrancaba en Retiro, pasaba por Barrio Norte y Belgrano, comenzó a cambiar. Muchas compañías se relevaron fuera del centro, la actividad económica empezó a “derramarse” hacia municipios del conurbano como Vicente López o San Isidro. Desde allí, ese derrame urbano avanza hacia barrios como Saavedra, Núñez, Villa Ortúzar, Villa Urquiza, Chacarita o Parque Chas. Hoy se posicionan como nuevas alternativas para quienes valoran una vida más tranquila, rodeada de verde, con mejor relación precio-calidad. Y sin la necesidad de mudarse a la provincia. En ese escenario, Villa Devoto siempre tuvo su propia apreciación, mayormente por su origen histórico ligado al tren y al arribo de inmigrantes europeos. Funcionó más como “isla” que como efecto de derrame, no tanto como parte de la marea que hoy recorre otros barrios.
Este cambio no es una moda que pasará con el año: es una tendencia urbana que se va consolidando. Personas que desean seguir viviendo dentro de la ciudad pero en entornos más amables. Menos tránsito, más metros cuadrados, escala más humana. Los desarrollos nuevos que aparecen en estos barrios intermedios ya no responden al clásico edificio en torre de densidad máxima. Se trata de tipologías más abiertas, con unidades tipo casa, patios, terrazas, espacios comunes verdes. Muchas familias jóvenes, profesionales, priorizan la posibilidad de trabajar desde casa sin sentirse “encerrados”.
La idea de ‘vivir mejor’ no necesariamente implica irse lejos. Hoy hay opciones dentro de la ciudad que ofrecen otra calidad de vida. Son barrios con alma: se respira distinto, hay comunidad, y eso cada vez vale más.
La elección de estos nuevos polos urbanos no es solo emocional: también responde a criterios económicos. Para muchos compradores, esto significa que con el mismo presupuesto pueden acceder a un departamento más grande, con mejores prestaciones, en zonas con mucho potencial de crecimiento.
Un par de datos recientes ayudan a dimensionarlo. En los barrios históricos de alta categoría (Recoleta, Palermo, Belgrano) los valores ofertados superan los US$ 3.300/m². Y en algunos casos los US$ 3.700 para unidades nuevas. En zonas intermedias como Villa Urquiza, Saavedra o Villa Ortúzar, el metro cuadrado ronda los US$ 2.000 a US$ 3.000 por metro cuadrado. Mientras que en Palermo o Recoleta puede superar los US$ 3.500 o US$ 4.000.
Las ventas de inmuebles en la ciudad de Buenos Aires crecieron un 35% en 2024. Alcanzando así el mayor nivel desde 2018. Barrios como Villa Ortúzar registraron subas anuales de precios de hasta 10,8%. Una señal clara de que la demanda está mirando hacia estos nuevos polos.
Una ciudad que se descentraliza Lo más interesante de esta transformación es que no implica abandonar la ciudad: al contrario. Es la desconcentración de la ciudad tradicional y la aparición de nuevos centros de vida barrial. Cafeterías de autor, plazas renovadas, desarrollos de baja escala y buena conectividad están generando otra forma de vivir Buenos Aires.
Los barrios intermedios tienen una energía especial. Conservan identidad y tranquilidad, pero están perfectamente conectados. Para mucha gente es el punto justo entre ciudad y suburbio”.
Este fenómeno abre una oportunidad enorme: construir una ciudad más amable, con menos concentración en unos pocos barrios y más vida en cada rincón. Buenos Aires tiene espacio para crecer hacia adentro, y los nuevos desarrollos están acompañando ese camino.
Por Sebastián Orlandi, CEO de Flamma

