El desafío silencioso de muchas mujeres y una invitación a repensarlo todo
Durante años, el discurso sobre el liderazgo femenino se centró en conquistar espacios, romper techos de cristal, alcanzar la mesa chica. El esfuerzo, el mérito y la visibilidad fueron ejes de una narrativa poderosa pero, muchas veces, insuficiente. Porque hay algo más profundo que todavía permanece poco dicho. El precio íntimo de ese liderazgo, el costo silencioso que pagan muchas mujeres al intentar sostenerlo todo, el trabajo, la familia, las expectativas, sin espacio para detenerse a pensar en sí mismas.
Como indican datos de la OIT para América Latina, la participación de las mujeres en el mercado laboral sigue siendo inferior a la de los varones por más de 20 puntos porcentuales. Pero incluso entre quienes acceden a cargos de responsabilidad, el dilema no desaparece. Una investigación reciente de McKinsey reveló que el 42% de las mujeres en roles de liderazgo dicen estar agotadas emocionalmente, frente al 32% de sus colegas varones. La tensión entre el deber ser y el deseo propio parece persistir incluso en la cima.
Para Natalia González Amato, fundadora de la comunidad profesional femenina Cada Una, parte del problema radica en que “a las mujeres nos atraviesa la culpa. El fenómeno del mandato femenino está escrita, está guionada por alguien que no fuimos nosotras, con una vara muy alta que está un poco torcida”. Subrayó que muchas veces la carrera avanza, pero algo falta. Hay mujeres que lideran equipos y proyectos, pero no encuentran tiempo ni claridad para pensar qué quieren para sí mismas. “Creo que hay obstáculos propios y obstáculos sociales y culturales dentro de las estructuras”.
Por su parte, Mariela Mociulsky, CEO de la consultora Trendsity, señaló que “el desafío cotidiano de muchas mujeres es el de sostener una rutina híper exigente. Sin contar con el descanso ni los espacios propios que necesita cualquier persona para reflexionar sobre su rumbo”. Según un estudio que dirigió, el 67% de las madres con hijos menores a 9 meses dijo sentirse “muy limitada en su vida cotidiana. El multitasking emocional y físico que enfrentan las mujeres es agotador y muchas veces silenciado, incluso por ellas mismas”.
Asimismo, Cecilia Russo, en su libro Construcción de liderazgo en mujeres, también advierte sobre este costo silencioso. “La pérdida de equilibrio entre la vida personal y la laboral y la pérdida de calidad de vida aparecen como los ‘costos’ más altos de subirse a una carrera profesional desafiante. La pregunta aquí es si hay sesgos inconscientes que nos condicionan la mirada y si realmente la afirmación anterior es así de real y contundente”. Para Russo, el liderazgo femenino no puede pensarse sin considerar estos costos. Y sin revisar los modelos que históricamente invisibilizaron las tensiones que viven muchas mujeres.
También Victoria Blazevic, asesora ex Tienda Nube, coincide en que hay un punto de inflexión que muchas líderes atraviesan, incluso sin poder nombrarlo. “Tenía todo lo que se supone que debías desear: prestigio, un equipo talentoso, visibilidad. Pero me miré un día y no me sentía del todo yo”. Esa sensación de desajuste, de desconexión entre el rol y el deseo profundo, fue la que la llevó a rediseñar su carrera desde un nuevo lugar. Hoy acompaña a mujeres que, como ella, eligen pausar para volver a escucharse.
Esa búsqueda es la que impulsa el Summit Íntimo de Liderazgo Femenino. Un retiro profesional que se realizará entre el 22 y el 24 de agosto en El Colibrí, una estancia boutique en la provincia de Córdoba. Se trata de una experiencia inmersiva y transformadora destinada a mujeres que sostienen equipos, decisiones, familias y futuros. Pero que muchas veces no encuentran un lugar para sí mismas.
“No es un retiro más”, anticipan desde la organización. “Es una pausa intencionada para mujeres que están liderando su vida con coraje”. Durante tres días, en un entorno natural, con cupos reducidos, se realizarán actividades de introspección, ejercicios de liderazgo consciente, prácticas corporales. Así como conversaciones reales y espacios para diseñar decisiones importantes tanto personales como profesionales.
“Creemos en los encuentros con propósito”, señala el equipo de Cada Una. Y eso implica que, antes de confirmar la participación, cada interesada tenga una entrevista previa para asegurarse de que la experiencia tenga sentido en su momento vital. “Muchas llegan con ideas pero sin espacio para pensarlas. O sintiendo que algo tiene que cambiar, pero sin saber por dónde empezar”, explican. Lo que se llevan, dicen, es claridad, herramientas concretas y, sobre todo, una red de apoyo.

