Dudas metodológicas sobre la medición de pobreza
La incidencia de la pobreza en Argentina alcanzó al 31,6% de la población durante el primer semestre del año, mientras que la indigencia se redujo al 6,9%. Sin embargo, “persisten dudas metodológicas sobre la medición”, indicó un análisis del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). En consonancia con el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA que sostuvo que el índice difundió el Indec mostró “una caída sobrrepresentada”. Los números reflejan una fuerte disminución respecto al mismo período de 2024, cuando la pobreza había trepado al 52,9% y la indigencia al 18,1%.
La mejora, sin embargo, está lejos de ser lineal. CEPA advirtió que parte de la caída responde a cuestiones metodológicas vinculadas a la forma en que se mide la pobreza por ingresos en Argentina y que dejan serias dudas metodológicas.
El informe señaló que el coeficiente de Engel que utiliza el INDEC, basado en consumos de la Encuesta de Gastos de los Hogares de 2004/05, subestima el peso actual de servicios y transporte en el gasto de las familias. Esto reduce artificialmente el valor de la Canasta Básica Total (CBT). Haciendo así que más hogares aparezcan por encima de la línea de pobreza sin haber mejorado sustancialmente sus ingresos reales.
Asimismo, estudios de la consultora Equilibra muestran cómo la subdeclaración de ingresos en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) altera las mediciones. Una corrección dinámica de esos ingresos, comparando los datos de la EPH con fuentes administrativas como el SIPA, arroja un nivel de pobreza del 43,3% entre octubre 2024 y marzo 2025. Es decir, 8,6 puntos por encima de la medición oficial. Esto es lo crea las dudas metodológicas
Entre los elementos que explican la mejora relativa del primer semestre se destacan una inflación de alimentos más baja. En promedio, fue de apenas 2,5% mensual, frente al 9,4% del primer semestre de 2024, período posterior a la fuerte devaluación. También una canasta más accesible en términos reales. La CBT cayó 8,3 puntos porcentuales en comparación con el mismo semestre del año pasado, y la CBA un 12 p.p.
Asimismo, los salarios no registrados mostraron un fuerte salto estadístico, en parte por la mejor captación de ingresos informales en la EPH. El Ripte también subió 14,7 puntos en términos reales interanuales. Mientras que la el valor real de la Asignación Universal por Hijo (AUH) creció 6,4 puntos respecto a 2024. Y las jubilaciones mínimas con bono mostraron una mejora respecto al año pasado, aunque siguen 14,9 puntos por debajo de los niveles de 2023.
En contraste, la Tarjeta Alimentar y los planes sociales perdieron poder adquisitivo debido al congelamiento de sus montos nominales desde 2024.
El informe dedicó un apartado a los trabajadores pobres. Mostrando así que la mediana de salarios del sector privado registrado no alcanza aún a cubrir el costo de la Canasta Básica Total. En junio de 2025, ese ingreso equivalía al 96,9% de la CBT, una mejora desde el piso del 74,1% que registró en marzo de 2024. Pero todavía insuficiente para garantizar que un asalariado medio supere la línea de pobreza con un solo ingreso.
De cara al segundo semestre, CEPA advierte que la situación podría deteriorarse nuevamente. El informe anticipa un posible desanclaje inflacionario tras las elecciones legislativas y la probabilidad de un salto en el tipo de cambio. Para acumular reservas y afrontar compromisos de deuda.
“Ese ajuste impactaría de lleno en los precios de los alimentos, con riesgo de volver a empujar los indicadores de pobreza e indigencia hacia arriba”, señaló el estudio. Además, la persistente pérdida de poder adquisitivo del salario mínimo, los planes sociales y la Tarjeta Alimentar limitarían la capacidad de contención frente a un nuevo shock inflacionario.

