El PJ obligado a un reseteo, Milei habló de la «hipocresía progresista»

El PJ obligado a un reseteo, Milei habló de la «hipocresía progresista»

El «último clavo» de Alberto Fernández obliga a un reseteo peronista y amplía la licencia social para el plan de Javier Milei

El expresidente fue denunciado por violencia de género por Fabiola Yáñez. Según los analistas, el peronismo necesita una «urgente transformación», y el discurso de Milei se revitaliza.
Javier Milei habló de la denuncia de Fabiola Yáñez a Alberto Fernández haciendo referencia a la «hipocresía progresista» Javier Milei habló de la denuncia de Fabiola Yáñez a Alberto Fernández haciendo referencia a la «hipocresía progresista»

En la última semana, un escándalo sacudió a los actores políticos y, en particular, al peronismo. Fabiola Yáñez, denunció al expresidente Alberto Fernández dos días después de que salieran a la luz chats privados entre ella y María Cantero, secretaria privada del exmandatario, que revelaban presuntos hechos de violencia.

Yáñez manifestó estar padeciendo lo que definió como «terrorismo psicológico» y acoso telefónico, de manera diaria, por parte de Fernández. En consecuencia, el juez federal Julián Ercolini impuso al expresidente la prohibición de acercamiento a una distancia inferior a 500 metros de Yáñez, y la prohibición de contacto por cualquier vía. Además, ordenó la prohibición de salida del país del expresidente.

Fernández publicó un comunicado en su cuenta de X en el que negó las acusaciones: «Solo voy a decir que es falso y que jamás ocurrió lo que ahora me imputa».

«Es el último cajón en el clavo de la carrera política de Alberto Fernández», expresó un analista político.

La situación del peronismo

«El principal afectado es el principal responsable del hecho. Pero, en segundo término, afecta a su espacio de referencia», comenzó el Director Asociado de Synopsis Consultores, Lucas Romero. Y aseguró que el peronismo «ya venía con problemas de reputación como consecuencia de la pésima gestión de Alberto Fernández».

A su turno, Julio Burdman, director del Observatorio Electoral Consultores y Roger Data, señaló la «situación inconsistente» que atraviesa el peronismo.

Sucede que «hay un gran potencial de voto para el partido que represente la oposición al actual gobierno de Milei» y, al mismo tiempo, «hay un claro dominio del espacio peronista de ese votante», dado que «no tiene competencia porque el resto de las fuerzas políticas están colaborando con el oficialismo».

El problema de esas «bendiciones electorales» es que el espacio «no cuenta con dirigentes en condiciones de representar esa demanda electoral», porque sus dirigentes tienen «muy mala imagen».

El analista agregó que el escándalo expresa «todos los problemas que tiene la dirigencia peronista», y recordó los casos de Martín Insaurralde y de Fernando Espinoza, así como los intentos de diferenciación de Sergio Massa y la crisis interna del kirchnerismo.

Mala reputación

«El peronismo necesita urgentemente hacer una transformación en lo que le ofrece a su votante», sentenció Burdman. Y por eso, «no es suficiente aislar a Alberto Fernández para salir de las crisis, porque esto afecta a muchos conceptos, discursos y dirigentes que formaron parte del gobierno anterior».

En ese marco, Romero sostuvo que el escándalo sigue «alimentando un contexto que está caracterizado por la crítica y la mala reputación que tiene la dirigencia política frente a la opinión pública», que cuestiona la ineficiencia, ineficacia y las conductas indebidas, entre otras.

La ventaja de Milei

Según Romero, esta mala reputación de la dirigencia «justifica y legitima la decisión de la sociedad argentina de elegir un outsider para gobernar el país», permitiendo así la llegada de Javier Milei, quien no se reconoce como un dirigente político, al poder.

El actual mandatario habló del caso haciendo referencia a la «hipocresía progresista».

«Ellos pueden golpear, maltratar, violentar, robar y cualquier otra atrocidad pintados de verde y mostrándose como aliados. Mientras que nosotros, que valoramos a cada individuo como un fin en sí mismo, somos los que venimos a cortar derechos, somos los violentos, etc», escribió en sus redes sociales acusando al principal espacio opositor, pero también diferenciándose de él en una especie de defensa propia.

Por su parte, Burdman indicó que este escándalo le permite al líder libertario «renovar su propuesta de enfrentarse a la casta política». Y agregó que «la renovación del desprestigio» de los dirigentes políticos «son una inyección de vitaminas a Milei».

¿Renovación?

De cara a las elecciones del próximo año, la pregunta es cómo hará el peronismo para dejar atrás el escándalo y mantener su competitividad hacia los comicios.

Según Romero, el desafío de ofrecer una oferta renovada requiere «de algún tipo de reconciliación de ese vínculo entre la dirigencia política opositora y la gente». Para ello, explicó que es necesario que haya algún tipo de sanción: los responsables de la mala reputación deben asumir algún tipo de costo que permita acelerar esa reconciliación.

«Que los tres principales responsables del fracaso del Frente de Todos [Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa] sigan teniendo la aspiración de ser liderazgos protagónicos de la escena política, es una señal de que no hay ninguna predisposición en ese espacio de aplicar una sanción a los responsables de lo que produjo», sentenció Romero.

Además, el analista señaló que se trata de un «error de la dirigencia de no saber cómo encarar un proceso de renovación».

En esa misma línea, Burdman afirmó que la renovación absoluta «requiere un acuerdo colectivo de los dirigentes de Unión por la Patria, los que han dominado el Frente de Todo, el Frente para la Victoria y el Frente de la Unión por la Patria, para no ser los candidatos de las elecciones de 2025».

Sin embargo, eso también implica una dificultad, ya que su retiro de la política podría generar una «subrepresentación de su electorado», lo cual generaría problemas de desempeño electoral innecesarios. «Es conveniente que abdiquen de los primeros planos», concluyó.

Fuente: El Economista